EDITORIAL de la edición Nº42
No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la bestial masacre que sufre Palestina. Aunque celebremos nuestras glorias aquí en Venezuela con el III Congreso del PSUV y la acertada abolición, gracias al camarada presidente Nicolás Maduro, del método de la cooptación que enturbiaba la democracia interna del partido, a pesar del definitivo cierre del ciclo de las guarimbas que no sobrevivieron a la fiebre de la Copa FIFA, porque a los pichones de terroristas que tenemos aquí nada les importa más que su comodidad aburguesada, y sin contar la ofensiva económica que sigue impulsando el gobierno nacional con logros más o menos certeros según el criterio de cada revolucionario, con todo eso, no podemos cerrar los ojos al mundo y no condolernos de la tragedia que sufre Palestina, un pueblo cuyo único pecado fue tener abundantes reservas gasíferas en su territorio marítimo, ansiadas por los monstruos del poder mundial. ¿Quiénes son los monstruos del poder mundial? Expliquemos:
Un monstruo ruge en el cielo, bate sus alas y lanza ráfagas furiosas de fuego que no se apagan en días. Destruye todo a su paso, sin importarle nada: calles, casas, edificios, barrios enteros, hospitales, escuelas, parques. Tiene muchos brazos que se extienden por todas partes, asesinando todo a su paso como el peor titán de los tiempos mitológicos. A esta gigantesca abominación no le importa matar infantes, ancianos, mujeres embarazadas, hombres trabajadores, a todos se los pasa por el filo igual como si fueran una alimaña molesta a la cual es necesario, dentro de su desnutrido entendimiento, destruir, suprimir, desaparecer.
¿Verdad que parece el argumento de un filme de ciencia ficción producido en Hollywood, de esos típicos en donde un “verdadero” monstruo destruye una ciudad entera? Sí. Es el guión que Estados Unidos escribió y produjo para Israel, el director y actor principal de una masacre fascista. ¡S.O.S. Palestina!
I.M.F. / Sta.Tsa.